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Anouk me importa

- xvii - Sn

- xvii -    Sn Anouk no quiere verme llorar. Dice que no le gusta pero yo prefiero llorar a ser de estaño.

Y Anouk me cuenta que ella no ha llorado nunca. Nunca por pena o por tristeza, que no recuerda haberlo hecho ni cuando era un niña pequeña. ¿ Y cuándo pensarán los niños que se deja de ser pequeño?. Yago el niño de Nora grita y se enfada cuando se lo dices: 'NO-SOY-PEQUEÑO'. Y grita como si fuera un pequeño salvaje, y cruje como el estaño cuando lo doblan. Dice que no le gusta y lloriquea, y lloriquea y te golpea como si tú lo fueras, de estaño me refiero, y los golpes no dolieran, y Yago, ¡válgame dios!, sólo tiene tres años y medio.

Pero a mí no me importa que Anouk ahora no quiera verme llorar delante de ella, o es mentira, si me importa y mucho, y me alegro por ello, porque creo que eso significa que mis sentimientos cuentan, realmente cuentan, y comienzan a contar tanto como la ausencia de sus sentimientos.

De hecho Anouk nunca había llorado hasta este último año; aunque eso todavía no he podido confirmarlo con su padre. Él dice que ella a veces cuenta mentiras y que nunca sabes cuándo y cómo creerla. Por ejemplo, cuando ve algo que le llama la atención, como que tú te lastimes en una pierna y te arrastres sobre ella, a los pocos días o en alguna revuelta del camino, lo más probable sea que te encuentres con que ella también se arrastra o cojea. Es extraordinaria y tiene un talento inusitado para comprender e imitar todo aquello que sus sentidos captan. Yo le digo que para mí es de un color azul muy especial, Indigo he comenzado a llamarla; aunque también le digo que no todo el mundo podrá verla de la misma manera... Pero a ella no le gusta ese nombre, así que no le concede demasiada importancia al hecho, como ahora que las conoce tampoco le gustan mis lágrimas... tal vez las encuentra extrañas como al nuevo nombre, aunque hubo un tiempo en que ella misma me incitaba a llorar casi todos los días. ¡Anda, llora ahora! -decía. ¿Y por qué quieres que llore?. Porque quiero verlo - contestaba. ¿Se entiende?. Era como si para ella llorar significase lo mismo que ser de estaño, igual, y gritar o no gritar cuando te doblan, gritar como un metal.

- ¿Cuándo llorarás? -me dijo un día en el ya habíamos rebasado con creces el albor de la primavera. Nps ''conocimos'' en julio del año pasado

- Tranquila. Un día lloraré y tú me verás hacerlo. Te prometo que te dejaré verlo

- ¿Me das tu palabra?

- Sí, por supuesto

Anouk sabía bien que a mí no me convence llorar delante de nadie; como tampoco me agrada demostrar delante de otros adultos ninguno de mis otros sentimientos pero confiaba en mí. Confiaba en que lo mismo que había sucedido con el enfado y la ira, un día cualquiera, cuando llegase el momento preciso ocurriría con el llanto.

Y así fue, un día lloré porque me emocioné contándole alguna historia del oeste (probablemente le hablaba de mi infancia) y me limité a dejar que las lágrimas cabalgaran por la llanura de mis mejillas sin detenerlas, sin pretender sujetar las riendas de las emociones y sin ocultarme de la acción erosiva del viento y las nubes que anunciaban lluvias bajo mi sombrero. Recuerdo haber leído no sé dónde que las emociones son caballos salvajes. Y recuerdo su carita mirándome y escuchando en silencio, y ¡ay! se me conmueven los ojos en este mismo instante al recordar aquel momento y por eso comprendo que no soy de estaño, y que no me enfermaré de 'su peste'. No lo quiero creer, porque no sé si tú lo sabes pero el estaño es un metal que enferma de gravedad. Su sensibilidad ante el frío es tan acusada que en lugar del blanco argéntico adquiere un color gris, aumenta de volumen y comienza a desmenuzarse hasta que se convierte en polvo y helada muerte. Imagínate desmoronándote e imagínate luego desintegrándose a los tubos de estaño de un órgano en una iglesia, o aquel cargamento que se pulverizó en 1868 en la aduana de los muelles de San Petesburgo, y piensa en mí cuando me hielo y agonizo por dentro.

¡Creehg!. ¿Qué ha sido ese ruido? - le pregunto

- Un crujido - dice Anouk- de tus huesos.

No querida. He sentido como un latigazo, como cuando se rompe una fibra sensible

- No me asustes.

Yo también tengo miedo, ¿qué creías? ¿Me dejas que llore?. ¿Te importa?

- Sí, sí eso va a sanarte te dejo, y no, entonces no me importa.

Pues dame un abrazo. Las enfermedades del alma se curan, lo mismo que se cura la peste del estaño: refundiendo el metal y luego dejándolo enfríar lentamente.

- ¿Y no me contagiaré?

- No o sí. Eres tú quién dices que no puedes llorar.

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Un beso

7 comentarios

Anouk me importa -

:-) No, pero me gustaría... ¿oye?, gracias por pasarte por aquí. No sé porqué pero también me gusta que lo hagas :-)

(te encerrado entre sonrisas)

manuel h -

por cierto, la imagen que encabeza este post es preciosa, ¿la has hecho tú?

manuel h -

los niños se enfadan porque ¡son mayores! y los mayores también!

Susana -

Si, es ese tipo de com-passion :-)

Y sobre lo otro... ¿recuerdas cierto beso que diste? uno que tuvo que esperar 18 años....

Anouk me importa -

Llorar con alguien es el amor de la com-passion ... ¿no?. Sí, es precioso :)

Venga y con respecto a lo otro... por favor refrescame la memoria. Sé que te lo dije, que te contaría algo pero no sé ahora mismo qué. Hoy estoy yo por las 'nubes' :)

Besos Susy

Susana -

El comentario anterior era mío, no sé si lo hubieses adivinado... creo que sí ;-)

Anónimo -

¿Qué no ha llorado nunca? joer, ¿¡qué clase de niña es?!.

Yo creo que cada vez lloro más, que lloro más ahora que cuando era pequeña, y además con más sentimiento :-) Me gusta llorar, la verdad. Me hace sentirme viva, igual que la risa.

Y también "me gusta" llorar con alguien, ¿me entiendes? llorar por algo que a mí personalmente no me duele pero sé que hace mucho daño a otra persona. Es una sensación muy bonita.

Un beso fuerte, voy a cenar y a preparme para disfrutar de mi descanso de mañana :-)

(Por cierto, aún tienes algo que contarme ¿eh? ;-))